jueves, 11 de marzo de 2010

YAGUARON

     Llego hasta ti, arroyo Yaguarón, en una tarde de reposo merecido y te veo serpentear apresuradamente en una bienvenida de sentimiento sumiso.
     Sumergido en tu paz, te inquiero paciente, cargado de asombros y te preconizo sobre el verde tramado de tus costas que amamantan sauces, en un llanto en cascada que sobre ti se duerme.
     Me siento en tu ribera como un niño. Me provoca distracción y encanto observar el talante de un empecinado raigón que se resiste a desprenderse de tu lecho. Muerte vegetal que te provoca una herida abrazada de torrentes inobjetables. No te concierne su muerte. No te detienes. Persistes en imponer tu cauce hociqueando el tostado reposo que te enmarca. Tierra en donde se encorvan estacas pescadoras con brazoladas condenadas a la espera.
     En tu espacio libre, una canoa engalanada de colores acopiados por años, hunde su crujía insurrecta y un par de remos, arriesgan sus astillas meneándose sobre chumaceras de hierro y tiento.
     Las bandurrias se asustan y patalean vuelos abreviados, sin distancia. Las tortugas se complacen de sol sobre la horqueta de un árbol moribundo y el aroma a camalotes, se esparce entre humeantes suspiros de bruma temprana.
     Me dejo salpicar por una ola pequeña. Me ilumino de destellos que constantes y desalineados, juegan inquietos a encandilar mi mirada perdida.
     Eres un torrente marrón de sed en donde múltiples y agitados gorjeos espontáneos, te ofrecen polifonías renovadas y penetrantes. Cada tanto, observo que de ti emergen anillos radiales que delatan bocanadas apremiadas de Moncholos y Taruchas y diviso a lo lejos, una garza mora que se talla inmóvil sobre el albardón, agigantándose delante del extraño verdor de tus espinillos inquebrantables.
     En el milagro estoy contigo, Yaguarón. Creyendo que en ti navego renovando sorpresas, descubriendo detrás de cada remanso que se le anima a tu cuerpo, la corriente de tu sangre constante.
     Eres esa sinuosidad ilimitada que repta y que te erige como atributo del Pago de los Arroyos. Llevas en las entrañas el perro y la serpiente como preñez de leyenda.
     Sólo quiero quererte como te quiero, Yaguarón. Como quiero tus ranchadas de adobe y troncos. Como amo tu derrotero de cabotaje que se precipita hacia la inmensidad del sur.
     En el milagro estoy contigo, Yaguarón. Estoy contigo derivando sobre el oleo de tus espumas, en la sombra hechizada de un romance interminable, en el esfuerzo de remontarte, en el murmullo de tu goce genuino y en el límite atávico de tu altivo paisaje.


* El serpenteante y maravilloso arroyo Yaguarón, atraviesa el denominado Parque Aguiar hasta desembocar en el Río Paraná y debe su nombre a una leyenda guaraní que habla de un monstruo con cabeza de perro y cuerpo de serpiente que habita en sus profundidades.
rescaglione@arnet.com.ar

7 comentarios:

  1. Muy bueno ricardo, me gusto mucho

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  2. Hola Ricar, a mi tambien me gusto muchio.
    Segui adelante cariño!

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  3. HAce años que no estoy en San Nicolás y leyendo Yaguarón he vuelto a verlo, a sentirlo y a emocionarme con tu narrativa
    Muchas gracias. Le dejo mi afecto

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  4. lo he descubierto por casualidad buscando saber que significa Yaguaron.

    Soy de Pergamino y me ha encantado su Mirada de ese arroyo que uno puede ver cuando va de visita a la Virgen de San Nicolás.

    Es muy bueno lo que ha escrito y se puede ver con el amor que lo ha hecho.

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  5. Juan Carlos Delfino Vazquezmartes, 25 octubre, 2011

    Genial!!!
    Yo aún te recuerdo cantando cuando dejabas una platea explotando en aplausos.
    Te escuchécantar en Buenos AIres en una invitación especial que te hicieron. No se si es pasaqdo peto ahora te leo desde lejos. Me mataste con Yaguarón. Dios mÍO...

    UN FUERTE ABRAZO

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  6. Soy el de la casa de los abuelos. Como prodrá ver estoy metido en sus escritos. Vivo pampa adentro y no tengo la imagen de su río y sus arroyos. Igualmente he podido por sus palabras, mojarme en su Yaguarón que, entiendo, debe ser una postal que ha despertado en usted semejante amor.
    Sigo leyendo.
    Muchas gracias

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  7. Ricardo
    Vine a San Nicolás para estar junto a La Virgen del Rosario. Había leido tu "Yaguarón" y me lo imajiné tal cual lo he podido conocer.
    Hay tanta magia en tu relato que me quedé mirándolo y su imagen era perfectamente igual a tu "Yaguaron"
    Hermoso

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