jueves, 11 de marzo de 2010

PERDON HERMANOS


     La turba se entrelazaba desordenada, incansable y agresiva bajo la marcha soberbia. Un rayo de sol se desesperaba por despertar temprano para guarecerse bajo el paño húmedo que se aventuraba sobre la piel marchita.
     Un pozo de silencio y agua, absorbía apresurado su temor ante el rasante silbido de la pena que se callaba en la herida. Las manos apretaban una razón temprana de soberanía sobre un sur de soledad, frío y olvido. Por todos nosotros, la vida se escapaba de algunos. Sus juramentos trascendían la ofrenda. La Patria era verdad sin miramientos. Era un abrazo absoluto en una senda estrecha. Era ella y el viento, ella y la esencia, ella y el llanto lejano de la tierra.
     No importó más que lo sabido, que lo necesario, que lo prometido y jurado que se enarbolaba en un temblor sereno de bien parido.
     Desde el continente cercano de un país sin remordimientos, se estremecía el grito sublevado de un estadio perdido o cabalgaba sobre una desinteresada e irrespetuosa algazara ciega que parecía surgir de otro lugar, de otro suelo remoto al que castigaban de absurdos. Parecía que la muerte era sólo de ellos sin darnos cuenta que la salva nos mataba a todos.
     Mientras el mar secaba vidas, la tierra pequeña se empapaba en lágrimas. Nuestros soldados asumían sentencias por igual. Dolores sin grados pesándole en los hombros o en el pecho.
     Eran desconocidos que se adueñaron de la inmensidad, dándole sustento a lo eterno de la razón esgrimida.
     En el regreso que debió ser glorioso, un murmullo perverso exigió el olvido. La estúpida política de los mediocres los escondió "bajo un manto de neblina"
     Sin embargo, cada tanto se visten de un recuerdo casual e interesado  y una mirada absuelta,  descarga en los rostros que volvieron,  vergüenzas pasajeras.
     No sólo hay que exigir memoria para algunos que ofendieron la verdad. Hay que exigir memoria para los que lucharon convencidos y apasionados en la defensa de la patria y por una causa común. Un pueblo se hace grande por el honor de sus hombres.
     Hoy una bandera flamea entre negros mármoles y, en los humildes mojones erigidos en los pueblos , familiares pequeños se van sumando a las honras de los héroes. No más que eso.
     No es justo que nos quedemos esperando plegarias cada 2 de abril aunque para muchos, parezca serlo. Ellas deben habitar el pensamiento y el deseo de rezarlas constantemente para envolvernos en el perdón tardío.
     Albatros y gaviotas vigilan Las Islas Malvinas. Nuestros combatientes habrán de volver algún día para encontrarse con los hermanos que esperan. Con aquellos que se quedaron custodiando la gesta, protegiendo la historia, durmiendo soledades en el mar o en la turba mezquina, esgrimiendo sólo una cruz blanca.
     El enrojecido mirar de las miradas vibra al vernos con ellos. La emoción de un encuentro conmueve el tiempo y nos eriza la piel.
     La ventisca se calma. La llovizna borronea los montes perpetuos. El cielo se compromete y se derrama en blancos y celestes. Un trompa llama a silencio y cada uno de nosotros, se rinde ante ellos.


* Eterno y respetuoso homenaje a aquellos que defendieron La Patria con tanto honor y dignidad.
rescaglione@arnet.com.ar

4 comentarios:

  1. ex combatientemartes, 18 mayo, 2010

    Hay que tener huevos para escrir de esta forma.
    Mi agradecimiento y mi profundo respeto.
    Extraordinario!

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  2. Yo estuve cerca de llegar a las islas. Compartí amigos que allá quedaron. Seguramente les gustaría leer esta Mirada tuya.
    Muchas gracias también en mi nombre.

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  3. Parece que hubieses estado. Parece que hubieras sido uno más de nosotros y también parece que sos uno de los pocos que ha comprendido los hechos.
    Fui oficial en esta batalla.
    Recordé a todos los que volvieron y los que quedaron.
    Mi agradecimiento emocionado.
    Muchas gracias.

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  4. Ricardo.

    Hoy todos parecen animarse. Vos lo hiciste antes. Con altura, con la emoción y el respeto por la gesta y no por la locura. Has ayudado a que ese "manto de neblina" se corra para que todos vean la verdad de nuestros jóvenes patriotas.

    Muchas gracias (un argentino común)

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